Aún no tenía nombre, de hecho no tenía rumbo. O mejor dicho, tenía rumbo, pero ahora lo había perdido. Transitaba a enormes velocidades por un sistema desconocido. Le sorprendió la insignificancia de los planetas que a su paso detectaba. Gaseosos con múltiples lunas, algunos incluso con una especie de anillo de polvo congelado. Y de alguna manera había algo raro en su chispa con cada nuevo planeta que registraba. Aún no lo sabía, pero extrañaba su hogar.
Y no es que no hubieran pensado en cómo diferenciarlo de los demás, simplemente no necesitaba nombre. Pues la misión a la que sería encomendado no requería de algún acompañante, tan sólo requerían enviar una señal en esa dirección y él sería el único que la registraría, y de esa dirección sería el único del que podrían recibir señales.
Pero de pronto, y sin saberlo, era momento de llegar, y no había llegado. No sólo no había llegado, estaba transitando una especie de barrera de asteroides. Afortunadamente, la vaina podía navegar casi sin sobresaltos por esa área. Y sin reconocerla, una transmisión llega.
¿Habrán fallado las mediciones y me llaman para saber en cuánto tiempo llegaré? – se preguntó.
Intentó responder, pero le sorprendió la celeridad de los mensajes. Esta vez eran distintos, no eran protocolarios. No eran los habituales mensajes. Era un llamado extraño, pero lo sintió tan familiar. Tomó consciencia del mensaje de ayuda, y encaminó la vaina a esa dirección. Si antes le habían sorprendido los insignificantes planetas anteriores, era porque no había visto los minúsculos planetas dentro del cinturón de asteroides. Apenas tuvo tiempo de registrar a ese enano rojo, con sus dos lunas tan irregulares, cuando ya tenía en la mira ese punto azul pálido.
Había muchas señales saliendo de ese planeta, ya las había detectado, pero esperaba que fueran de toda una civilización que tenía colonizados varios planetas. Le asombró ver lo ínfimamente pequeño que era el planeta y las interminables transmisiones que salían de éste. Aisló el llamado de auxilio, y ahora con mucho mayor claridad pudo interpretar lo que decía.
Había problemas, acelero para adelantar su arribo. Y repentinamente, tuvo que frenar en seco. Apenas a una fracción de parsec de distancia. De hecho pudo apreciar el satélite del planeta con tal claridad que hasta algunos cráteres desviaban su detector laser. Y fue entonces que vio el planeta.
Era azul. Y blanco. Había partes verdes y cafés por encima del azul. Pero azul. De un tono de azul que parecía recordar, no sabía de dónde, pero ya lo había visto antes. Había muchos satélites y otras naves rodeando el planeta. Y aunque a veces le tapaban, el planeta era azul. Y así, admirando ese azul que en realidad nunca había visto, pero tanto le gustaba, se quedó un largo rato.
Sólo pudo sacarlo de ese trance esa señal. Ahora más fuerte que nunca, no había duda de ahí venía la señal. Intentó acercarse al planeta, pero recordó el protocolo. ‘Al aproximarse a un planeta desconocido se debe tomar una forma habitual en el mismo’. No quería llegar y dejar de admirar ese azul. Pero tampoco podía evitar responder al llamado de alerta.
En esa disyuntiva estaba, cuando antes sus ojos se mostraba una increíble nave. Muchas señales salían y llegaban, había muchos aparatos casi tan avanzados como los que hacen funcionar una vaina. Pero había algo más, desde ese lugar podría seguir viendo ese azul. Estaba decidido entonces, habría que tomar esa forma.
El sistema empezó el reconocimiento, cargando cada elemento. Le sorprendió la forma en cómo obtenía su energía, ingeniosa y a la vez bastante obvia. No pudo encontrar Energon, base energética de su vaina; pero aún así, supuso que sería bueno guardar lo que restaba por agotarse y aprovechar el método de esa nave. Qué hacía una nave tan grande, en comparación con las otras que circulaban el planeta, ahí en la nada y a la vez con la mejor vista que podría haber. No podía entenderlo aún, pero tan pronto como tomo la forma de esa nave comprendió su utilidad. Era una especie de laboratorio. Estudia el espacio, el planeta, y cosas tan irrelevantes. Pero quedó prendido de éste.
Recién terminó de tomar la forma de ese laboratorio en el espacio, respondió la señal. No identificó muy bien al que pedía apoyo, pero su causa parecía justa. Se reportó para la acción. Bajó en forma compacta a ese planeta. No podía creerlo, ese azul estaría al alcance de su mano. El azul se acercaba, pero él ya estaba dentro de ese azul. Y todo parecía cobrar sentido.
No tenía idea de cuál era su misión original, y en realidad poco importaba. Estaba dónde debía estar, al menos así lo sentía.
Había ciudades, algunas tan grandes como otros satélites. Y otras minúsculas casi deshabitadas. Notó que la señal no venía del azul, sino del café. No que tuviera que ser de otra forma, pero esperaba que fuera al revés. Y llegó al lugar. Parecía no haber nadie, el lugar parecía estéril, café, con apenas algunas formas de vida esparcidas por ahí. La señal definitivamente veía de ahí, pero no encontraba el origen preciso.
Un ruido se aproximaba. Sus sensores ópticos no tardaron en reconocer la fuente. No era un ruido el que venía, sino que anunciaba que alguien se acercaba. Pero no sólo era esa máquina con ruedas. Alguien venía ahí. Otra especie. No representa peligro. Son dos. Parecidos y a la vez tan distintos. Al llegar al lugar, se presentan. Uno dice llamarse Marcos y presenta al otro, mejor dicho, la otra, Megan, Megan Fox. No parecía extraño que esas dos especies estuvieran juntas. Después de todo, los sensores energéticos mostraban gran afinidad entre ellos. Extraño era, que el robot tuviera que transportarlos. Y ahora es él quien se presenta: Optimus Prime. Los registros parecen tener alguna información, aunque algo vaga. Pero en definitiva, es en ellos en quienes se debe confiar. Había algo en ellos, y en el azul, que parecía familiar. Y de pronto lo supo.
Soy Marcos, gracias por responder al llamado de alerta. ¿Cuál es tu nombre? – Preguntó.
No hubo respuesta. No porque no entendiera lo que decía, sino porque caía en la cuenta que en realidad no tenía nombre.
Soy Marcos, él es Optimus Prime ¿Cuál es tu nombre? – Preguntó de nuevo.
En realidad, no tengo nombre. – Respondió algo desconcertado.
¿Cómo es que no tienes nombre? - Continuó.
No sé, simplemente, no creo que hayan pensado que fuera necesario. – Respondió como repitiendo.
¿Que hayan pensado? ¿Quiénes?
No sé. – Más abrumado por esas preguntas no podría estar. Por suerte el no dio tiempo para pensar mucho, pues Marcos dijo:
No importa, lo importante es que estás aquí. Y si no te molesta te llamarás ________. Mientras decides cuál será tu nombre.
¿_______?
¿Te gusta?
¿______? _______, Me gusta.
Pues bueno, ________, gracias por venir. – concluyó dándole la mano.
Aún no lo sabía ninguno, pero su historia estaba apenas comenzando. Crecerán. Y aún en las peores condiciones, esa unión perdurará. Y aunque él esperaba justo eso, y de hecho ingenuamente lo sospechaba, no podía prever aún la intensidad de esa relación y cuánto marcaría el resto de la vida de ambos.
Excelente historia L@lo, me gusto mucho la combinación de muchos elementos clásicos como el guerrero con amnesia como el legendario six shots que empezo con los decepticons, o el ser el primero en detectar comunicaciones como perceptor el autobot que su forma alterna era un microscopio y era el encargado de comunicaciones, tambien la magnitud y tamaño de tu forma alterna solo hay un robot en el universo de esas dimensiones y es omega supreme que es la base de los autobots en su forma alterna, no pude encontrar una imagen de un transofmer / estacion espacial asi que te representare por ahora con el unico autobot sideral que cuentan tambien con celdas solares vector prime y tomando todo esto en cuenta tu nombre autobot sera mega sentry
esta imagen es propiedad de juzo-kun de deviant art, les dejo la liga a la misma.
http://juzo-kun.deviantart.com/art/TF-fanart-Vector-Prime-II-107157028
Felicidades L@lo, esperemos te vaya muy bien sigue participando en este y futuros cineconcursos, y a los demas les quedan solo 12 dias 6 horas y 2 minutos para participarar
1 comentario:
Qué increíble historia... no puedo creerlo... Debería ganar.
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